Entender el presente de la Trinidad supone asumir la idea de que el barrio es un conjunto de formas que se han ido construyendo a lo largo del tiempo. El primitivo arrabal situado a extramuros, aquel sector histórico que fue núcleo original, es el fundamento desde el que se explica su forma. Son las primeras trazas las que, a modo de semilla, han generado sus sucesivas ampliaciones. Comprender la Trinidad supone desentrañar y ver las primeras razones, en la lógica de su conformación.
Para estudiar la historia de la Real, Muy Ilustre y Venerable Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Cautivo, María Santísima de la Trinidad Coronada y del Glorioso Apóstol Santiago es imprescindible detenerse previamente en el barrio en el que está establecida y que la vio nacer el 26 de abril de 1934. En la Trinidad tuvo su origen y los trinitarios son su principal patrimonio, los mismo que nada más llegar de Granada, supieron que ese Jesús de Martín Simón con túnica blanca, pronto iba a convertirse en el principal referente de la devoción de todo el pueblo trinitario y malagueño.
Y es que el barrio de la Trinidad y la Cofradía del Cautivo son indisolubles. Hoy en día no se entendería la Trinidad sin el Cautivo y viceversa. En torno a esta hermandad se produce la mayor simbiosis entre cofradía y barrio, hasta el punto de que se puede afirmar que la Trinidad hubiera perdido gran parte de su personalidad si no llegara a existir la cofradía, su principal referente, y que la cofradía no sería como es si no fuera por su barrio.
El barrio, de hecho, prestó su denominación a la imagen que sirvió para fundar la hermandad en 1934. María Santísima de la Trinidad sustenta el nombre de su barrio. El título sirve para identificar más eficaz y plenamente la figura de María con su parroquia y con el antiguo convento que le da nombre, y que fue el germen del lugar que hoy conocemos, situado en el margen derecho del río Guadalmedina.
La Cofradía, además, concede entidad y personalidad al barrio, que ha atravesado en los últimos tiempos por una desgraciada desidia y olvido por parte de las autoridades, lo que ha provocado el éxodo masivo de moradores. El castizo lugar se tornó en zona deprimida que en la actualidad pretende ser regenerada a través de varios planes de actuación.
No obstante y a pesar del despoblamiento, los vecinos de antaño, un lunes de cada primavera, no faltan a su cita y retornan a sus orígenes produciéndose emotivas escenas de reencuentro, por una causa principal y casi indispensable en sus vidas: poder ver el inmaculado movimiento de una alba túnica en cuyos pliegues van prendidas la devoción y la fe de la mayoría de los trinitarios.